‘Saber que "lo que es, es" implica la aceptación de que los hechos, las cosas, las situaciones son como son. La realidad No es como a mí me convendría que sea. No es como debería ser. No es como me dijeron que iba a ser. No es como fue. No es como será mañana.’ Jorge Bucay.
A veces la realidad es muy dura, la próxima perdida de un ser querido, nos produce un estrés insoportable. La muerte es un tema que se evita, se ignora o se niega su existencia. Al principio puede parecer útil distanciarse del dolor, pero no puedes evitar sentir el dolor durante mucho tiempo. Algún día esas emociones necesitarán ser resueltas o, de lo contrario, pueden llegar a causar una enfermedad física o emocional. No es fácil seguir adelante tras la muerte de una persona amada. El duelo es el proceso natural que atraviesas hasta aceptar una pérdida importante. Puede incluir las tradiciones religiosas que honran a los muertos o reuniones con los amigos y la familia para compartir la pérdida. El duelo es algo personal y puede durar meses o años.
Hace poco te perdí, mamá, me quedé huérfana, perdí el papel de hija… fue un instante, de un día para otro, sin esperarlo, sin estar preparada. Yo sabía que algún día, por ley de vida, me dejarías, pero ahora que no estás, te echo de menos. No obstante te he guardado un pedacito de espacio en mi mente, en mi corazón, en mis recuerdos… y esto me hace sentir bien… ya no me duele el pensar que no estás, de alguna forma te tengo a mi lado.
Hace tiempo te perdí papa, fueron muchos días de espera, esperando que tu agonía terminara y también la nuestra. La muerte a veces es un descanso, una necesidad y un alivio al dolor… cuando “no hay más remedio”. Siento que te echo de menos, pero también siento que hice lo mejor que pude hacer por ti, para aliviar tu sufrimiento. Siempre te recordaré, con Amor. Realzaré la forma tan valiente en que supiste afrontar la enfermedad y la muerte. Me has enseñado a ver la vida de otra forma distinta.
Mí querida hija, mi amada, mi pequeña, no sé si podré vivir sin ti, se me desgarra el alma, se me escapa la vida… Ha pasado el tiempo, te recuerdo, te añoro, pero te sigo viendo, te tengo en la presencia de tu padre, de tus hermanos…. Siempre formaras parte de nuestras vidas... aunque ya no estés….
Mi amado esposo, siento no poder terminar el proyecto de nuestra vida, aquel que fuimos planificando durante tanto tiempo… los hijos, los nietos, la jubilación, nuestra vejez… Ha llegado el momento de despedirnos, no pensábamos que fuera tan pronto, en realidad, me ha dejado sin saber cómo volver a iniciar el camino sin ti…
Se necesita tiempo. El tiempo es el único capaz de “conseguir que la esperanza sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante, el único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse”. El que te salvó, esperanza, es el Tiempo.
Las personas, somos una isla donde albergamos todas las emociones, en momentos de crisis, nuestras emociones buscan salidas, cada una se manifiesta tal como es, y es bueno conocerlas. La esperanza, necesita del tiempo, el tiempo es la salvación ante la perdida.La esperanza y el amor son los únicos que nos permite permanecer “a pié del cañón” en estas situaciones de crisis.
Nos ayuda también la visión que tenemos de la vida, realmente, según nos cuenta “El buscador”, nos relata la historia de un hombre, en el que en un momento de su vida, sus pasos le llevaron a una ciudad donde había un cementerio, todas las lápidas señalaban las edades de los fallecidos, indicando, no más de siete años de vida de los difuntos. Entristecido, el buscador, empezó a llorar, muy desconsolado, pensando que maldición podría haber en este pueblo. Cuando llegó el hombre que cuidaba del cementerio, le dijo que no llorara, que en realidad la edad que figuraba en la lapida, no era la edad cronológica, sino el tiempo que había sido feliz durante toda su vida. Esto nos muestra que el tiempo de felicidad, es el realmente vivido.
Cuando una persona querida está en su fase terminal, cuando nos anuncian la terrible noticia; el estrés que nos produce, nos hace a veces, que le dedicamos más tiempo a la enfermedad, a la preocupación de cómo y cuándo será su final, que a permanecer junto al familiar, desaprovechando todos los momentos que nos queda para estar juntos y disfrutar de su presencia.
La pérdida de un ser querido es uno de los acontecimientos más estresantes de la vida y puede producir una crisis emocional importante. Tras la muerte de la persona que amas, experimentas una etapa dolor que recibe el nombre de duelo. Puedes sentir una amplia gama de emociones, incluso cuando la muerte se esperaba. Muchas personas dicen experimentar una etapa inicial de entumecimiento emocional en la que apenas sienten nada tras conocer la noticia de la muerte, pero no existe un orden dado en el proceso del duelo. Algunas emociones que una persona puede sentir son las siguientes: Negación, incredulidad, confusión, chock, tristeza, añoranza, rabia, desesperación, culpa e incluso humillación. Todas ellas son normales, pero algún día esas emociones necesitarán ser resueltas o, de lo contrario, pueden llegar a causar una enfermedad física o emocional.
La muerte de alguien amado no necesariamente es una experiencia para ser cargada en la columna de las pérdidas sino, tal vez, la oportunidad de un nuevo comienzo. El descubrimiento de un nuevo horizonte, no advertido hasta ese momento, para los que quedamos vivos. M. Bravo Mariño.
Esperanza Martín Salvador